
A mis 21 años tengo que ir acostumbrándome a que, cada vez con más frecuencia, los personajes de las novelas juveniles sean más jóvenes que yo. Eso también significa que muchas personas empiezan a mirarme de forma extraña por seguir consumiendo y escribiendo literatura juvenil. Tengo que admitir que leo mucho juvenil, quizá incluso más que cuando era pequeña. Creo que siempre he ido un poco a la inversa en ese sentido.
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