TRIGO 17
—Que no. No, no y no. —Pero… ¡papá! Alfonso movió la cabeza desesperado. —¡No! —se reafirmó su padre. Era un agricultor castellano de los de toda la vida, como lo fueron su padre y su abuelo, y nada le haría cambiar de opinión.
—Que no. No, no y no. —Pero… ¡papá! Alfonso movió la cabeza desesperado. —¡No! —se reafirmó su padre. Era un agricultor castellano de los de toda la vida, como lo fueron su padre y su abuelo, y nada le haría cambiar de opinión.